Casi la totalidad de la Universidad de Salamanca comenzó las clases el lunes 14 de septiembre. Sin embargo se anuncia un acto de inauguración del curso 2009-2010, a las doce horas del martes 29 de septiembre. Suponemos que a conveniencia de los invitados a presidirlo: las personas menos ocupadas suelen tener siempre «problemas de agenda».
¿Quiénes son los desocupados que vienen a «inaugurar» el curso universitario? Nada menos que Felipe, el hijo del Jefe del Estado, y su consorte Letizia (pronúnciese «Letitsia»). Dos personas de quienes se desconoce cualquier vinculación, inquietud o interés académico, artístico, literario o espiritual. Y con la maquinaria de propaganda a su servicio, si se desconoce es porque no existe.
Dos personas que, de representar algo, representan el abyecto régimen actual, que mantiene a la Universidad sometida a los políticos de turno, que firman su sentencia de muerte con el Plan Bolonia. Y no hablemos de su «significación histórica»: aunque el padre de Felipe deba el puesto que detenta únicamente a la voluntad del General Franco, también es el tataranieto de la primera usurpadora del Trono de España, Isabel (II), bajo cuyo «reinado» la Universidad de Salamanca —como las restantes de España— fue reducida a la casi desaparición, perseguidos y depuestos sus profesores por los golpistas liberales, robadas sus propiedades por la Desamortización.
Si insisten en venir, Felipe y Letizia deberían ser declaradas personae non gratae por la Universidad y por el Ayuntamiento. Pero entre tiralevitas, cipayos y bobos del colegio anda el juego. O eso parece.