Santo Tomás de Aquino, confesor y doctor, de la Orden de Predicadores; Doctor Angélico, Doctor Común. Patrón de las universidades y de la enseñanza católica. De huella imborrable en Salamanca, a través de sus compañeros dominicos y de su filosofía perenne; padre de la Segunda Escolástica salmantina.
Naturalmente, en esta triste era, la Universidad de Salamanca no lo conmemora en su fiesta tradicional, hoy día 7 de marzo. Lo hace en su fiesta falsa y de tapadillo, la de enero a la que lo relegó el Novus Ordo, el nuevo calendario nacido del Vaticano II. Esa conmemoración, cada año peor, es tristona, mezquina, carente de solemnidad.
Quizá no deba esperarse más de una Universidad degradada (es decir, privada de diplomaturas y licenciaturas y reducida a grados y másteres, a imitación de los sucedáneos universitarios estadounidenses) y desnortada.
Quizá no deba esperarse más de una Universidad que se gasta sus menguados fondos en ocurrencias como la «Unidad de Igualdad», y que encima crea en ésta una plaza para dársela a la portavoz municipal de Podemos (etiqueta local «Ganemos»), una experta en cursos y títulos inútiles encaminados a ocupar cargos aún más inútiles, siempre a costa del erario público. Pero que, aun militando en un movimiento de estrategia trotskista y táctica espartaquista —creado, por cierto, por la mafia roja de la Universidad Complutense de Madrid—, debe ser una devota del Opus. Porque quiere compartir con José María Escriba Albás (alias Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás) el único milagro verdadero que hizo éste: convertirse en doctor sin haber sido nunca licenciado. Al menos eso se colige de su currículum publicitado: sin tener ni siquiera un grado de ésos, Virginia Carrera Garrosa dice estar cursando un doctorado en «Estudios de Género» (sic) en el Departamento de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca.

La doctrina de Santo Tomás es guía segura en materia de Derecho, de Filosofía y de Teología, entre otras. La intercesión de Santo Tomás es poderosa: nada le negará Nuestro Señor. Así pues, estudiemos al Doctor Angélico para evitar los desvaríos contemporáneos, y recémosle para que salve y restaure la Universidad. Una salvación y una restauración que tendrán que ir parejas con las de las Españas y la de la Monarquía tradicional, católica, social, foral y representativa, para que todo cuadre. El verdadero tomismo vale hasta para señalar vicios y falsarios (empezando por los falsos tomistas, los «personalistas»). Para orientarse, en suma.
Deus, qui Ecclesiam tuam beati Thomae confessoris tui mira eruditione clarificas, et sancta operatione foecundas: da nobis, quaesumus; et quae docuit, intellectu conspicere, et quae egit imitatione complere.
(De la Misa de hoy).
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