Federico Lombardi, honrado por la UPSA (foto Salamanca 24 Horas)

Federico Lombardi, honrado por la UPSA (foto Salamanca 24 Horas)

A estas alturas, tal vez no debería sorprendernos, aunque nos disguste, la concesión del doctorado «honoris causa» por la Universidad Pontificia de Salamanca a Federico Lombardi, Jefe de Prensa de la Santa Sede.

Si la Universidad fue constituida como el templo del saber y santuario de las Musas, ¿qué demonios hace una universidad concediendo tales honores a un incompetente que se jacta de no ser ni siquiera un simple estudioso sino simplemente «servir a la Iglesia» y ser «un creyente»? En ese sentido, por ejemplo, un buen sacristán se merece ese título más que él.

Por eso nos deja apabullados que le otorguen, con tales excusas, cualquier tipo de título a un hombre que ni siquiera sabe realizar bien su trabajo. ¿O se puede decir lo contrario de quien desautoriza las declaraciones del Papa Benedicto XVI y ni siquiera parece haberse enterado de que el aborto está condenado como un asesinato? (Basta leer la Humanae vitae del progresista Papa Pablo VI para corroborar la invariable enseñanza que la Iglesia mantiene al respecto). Uno más en la larga serie de despropósitos, mentiras y huidas hacia adelante de este hijo renegado de San Ignacio.

Es un gran religioso y defensor de la paz, sí, responsable de una radio que trata como movimiento de liberación a ETA (pues tal es la apología del terrorismo y del separatismo que se hace en la Radio Vaticana que él dirige). Por eso es de esperar que pronto sea destituido.

Es un hombre, en efecto, tan creyente y tan buen sacerdote que, mientras se vanagloria de haber iniciado su carrera en La Civiltà Cattolica, no se sabe si bromea al decir que esta revista casi no ha modificado sus «largos artículos de profundización» al tiempo que él mismo se abalanza contra obispos simplemente por mantener posturas similares a las que esa revista mantenía en sus inicios: las mismas posturas que la Iglesia Católica mantuvo desde tiempos apostólicos y contra las que él ahora combate escudado detrás de su alzacuellos.

Entre otras muchas virtudes, es un hombre que presume de estar cerca de los pobres y luego nos brinda su ejemplo, en estos tiempos de crisis económica, hospedado en hoteles de lujo y no en una celda de religiosos, como hacen aquellos a los que él condena como reaccionarios por tener la misma fe que tenían los Apóstoles.

En resumen: el hecho de que le haya sido otorgado el doctorado «honoris causa» a Federico Lombardi, sólo es un lamentable suceso más que nos ayuda a entender por qué las universidades españolas han vendido su honor al Estado y al Gran Capital al acoger con los brazos abiertos el Plan Bolonia; y por qué las instituciones ex católicas, entregadas a la herejía modernista, escarnecen la Fe y honran a los enemigos de la Iglesia de Cristo.

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